
Emergencia por las tormentas Amanda y Cristóbal durante la alerta roja por COVID-19 El Salvador
A partir del 31 de mayo La tormenta Amanda dejó una estela destrucción y muerte a su paso por El Salvador, donde más de 30 personas han fallecido, 10 personas desaparecidas, más de 30,000 familias afectadas, incontables casas y carreteras fueron arrasadas. También se reportaron numerosos derrumbes de gravedad por lo que el tráfico fue restringido en 12 importantes carreteras del país.
Este lunes 1 de junio recien pasado, dio inicio la temporada de huracanes en el caribe, la cual llega condicionada por la pandemia del COVID 19 que está castigando fuertemente el sistema de salud. Además, en esta fecha, se ha cumplido el primer año del nuevo Gobierno y los diversos planes anunciados como el Plan Nacional de Salud y el Plan de Reactivación Económica, no se han concretado en la realidad. Ambos planes son fundamentales y actualmente, con el covid-19, son todavía más urgentes, La lucha contra la pandemia del covid-19 se está librando sin un plan definido, con un manejo apresurado de los centros de contención y las aglomeraciones para recibir la ayuda estatal.
No es lo mismo un fenómeno natural que un desastre natural. Cuando se emplean como sinónimos, se atribuye toda la responsabilidad del daño a la naturaleza, sin contar los daños provocados por el ser humano. Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, estos son resultado de la falta de prevención y planificación ante los fenómenos naturales. La tormenta Amanda, así como la amenaza de más lluvias, han venido a agravar el sufrimiento de los salvadoreños por la pandemia del covid-19.
Esta tormenta ha puesto al descubierto la vulnerabilidad del país. Las precarias condiciones de vida de miles de familias, con viviendas sin lo necesario para desarrollar una vida digna, levantadas a las orillas de ríos y quebradas, sobre o al pie de barrancos; sin agua potable y sin saneamiento, sin una organización comunitaria para responder en estos casos. La tormenta, pues, muestra algo a lo que se prefiere no poner atención: la vulnerabilidad de hábitat y del entorno ante las inclemencias del tiempo que padece gran parte de la población.
Las consecuencias de la degradación medioambiental son graves. Se han talado bosques, desviado el curso de quebradas y ríos, construido en zonas de vocación forestal o agrícola. Se ha descuidado el agua y el saneamiento de la población y se ha privilegiado lo económico.
La tormenta Amanda hizo su aparición en El Salvador degradándose a depresión tropical pero en seguida aparece la tormenta Cristóbal, ambos fenómenos atmosféricos han afectado significativamente la seguridad alimentaria de las familias campesinas y las actividades productivas agrícolas de las familias. Uno de los mayores daños causados es la perdida de cultivos. Aun no se tienen datos preliminares y las lluvias continúan. Se estima que las pérdidas de cultivos serán de varios miles de manzanas en todo el territorio nacional. El cultivo que más pérdidas registra es el maíz, solamente en el occidental departamento de Sonsonate, se han perdido 3295 manzanas cultivadas de este importante grano.
Solidaridad CVX apoya la producción con semilla criolla en 5 municipios del sur occidente, en los departamentos de Ahuachapán., Sonsonate y La Libertad. Al menos se han perdido 60 manzanas de siembra de semilla criolla de maíz dejando afectadas a 215 familias.
Otro importante rubro que ha sido afectado por las inundaciones provocadas por las crecidas de los ríos es la crianza de aves de corral (gallinas, patos, pavos)en la zona rural del país y por ende en los territorios que acompañamos; la temperatura y la humedad relativa son factores que regulan el buen estado de estas especies y con la caída intensa de lluvias estos factores han tenido un cambio brusco, bajando considerablemente de lo normal, provocando mucho estrés en los animales que conduce a la disminución del consumo de alimento, aparición de enfermedades respiratorias que han provocado alta mortalidad que ya se estima en un 40%. A esta difícil situación se suma la restricción de circulación y el cierre de agro servicios para comprar alimento y medicamento para las aves. Una opción para paliar esta difícil situación es alimentación alternativa para disminuir en parte el daño, sin embargo las familias se han quedado sin reservas de granos.
Afortunadamente, esta emergencia, como muchas anteriores, ha sacado también la bondad de la gente. Organizaciones, iglesias, familias se han volcado a colaborar con campañas institucionales o iniciativas individuales para aliviar las necesidades de las familias damnificadas. En estos momentos es necesario mantener viva esta solidaridad.
Una vez concluya la crisis por las lluvias, la sociedad entera debe presionar a quienes conducen el país para que se construya una sociedad distinta, mejor que la que desnudan estas emergencias. Identificar todo aquello que facilita que los fenómenos naturales desemboquen en desastres es el primer paso para evitarlos en el futuro. Los factores de riesgo, la vulnerabilidad de la población y del territorio, y la resiliencia son fundamentales para prevenir desastres como el que vivimos. Es impostergable construir un país donde todos quepamos y vivamos dignamente, igualmente protegidos.