
Mujeres entusiasmadas con actividad apícola
“Primero me daba miedo, ahora ya está pasando. Ya tenía un poco de experiencia con rústicas, pero así moderno, ahora es más fácil… De 5 colmenas que nos dieron al inicio, ahora en un año tenemos 20. Eso da alegría.” (Carolina Cortez, Las Caritas, Guaymango)
La apicultura es una de las prácticas para la generación de ingresos con las que se está apoyando a familias campesinas con las cuales trabaja Solidaridad CVX.
En este mes de noviembre ha dado inicio la primera cosecha del segundo semestre del año 2018.
Carolina Cortez, joven apicultora de 26 años nos comparte parte de su experiencia con el trabajo apícola.
“Para mí, lo más bonito de la apicultura es verlas trabajar (a las abejas). Esto de las abejas me ha ayudado a ver las cosas diferentes, me ha servido para ver las cosas desde otra manera y no quedarme lamentando, sino trabajar y seguir adelante”.
Carolina dice esto en alusión a que es madre soltera y está criando a su hija de tres años, sin la presencia y apoyo del padre de la niña. Ella vive con su familia materna, de quienes tiene su apoyo.
“Con lo de las abejas me siento animada. Al verlas, cada día también se aprende de ellas. Es un trabajo increíble el que hacen. Se miran tan chiquitas y su trabajo es tan importante. Verlas como trabajan juntas, a pesar de su tamaño, tan ordenadas y organizadas. Uno dice ¿uno porque no puede hacer eso?
“Primero me daba miedo, pero eso ahora ya está pasando. Yo ya tenía experiencia un poquito con rústicas, pero así moderno, ahora es más fácil. Empezamos el año pasado. De 5 colmenas que nos dieron al inicio, ahora en un año tenemos 20. Eso da alegría, ver que se puede. Nuestra meta es lograr tener 15 colmenas más. Si se trabaja con ellas, con paciencia, amor y cuidado se puede llegar a hacer más”
Los primeros beneficios
Para Carolina un primer beneficio recibido del trabajo apícola es que le gusta, lo disfruta y eso la hace sentir bien, animada a “seguir adelante”, como ella dice. Sin embargo, también reconoce que es una actividad que les permite percibir ingresos que contribuyen al bienestar familiar.
El grupo familiar de Carolina es de 11 personas entre los 2 y 69 años de edad, pero el trabajo apícola lo realizan junto con su tío Cruz Cortez, de 44 años. Es necesario que sean por lo menos dos personas trabajando, ya que mientras una revisa, acomoda los cuadros, alimenta y hace todo lo que se necesita, la otra va haciendo el humo para aquietar las abejas y disminuir el riesgo de picadura.
“Aunque no haya un sueldo mensual, pero con el trabajo de cada cosecha ya se vende algo; y ese ingreso que se genera sirve para ellas mismas (las abejas), para cuando toca alimentarlas. Se deja algo (de dinero). Otra parte se deja para el consumo de la familia, comprar cosas que se necesitan”.
“El año pasado no nos fue tan bien al principio, porque aún no podíamos manejarlas bien y quizá las descuidamos (las colmenas). Ahora ya las manejamos mejor, ahora sí ya aprendimos y esperamos sacar más miel y tener más ingreso. Aquí la vendimos toda, casi, había gente que ya le había encargado a mi mamá”.
De lo que se cosecha, una parte de la miel la dejan para el consumo familiar, como alimento, pero también como medicina. Sabemos que es buena para la gripe, para la garganta, con limón, dice Carolina, y agrega: “al abuelito siempre le gusta tener miel y a medida vamos conociendo más, y nos vamos metiendo en esto, vemos todos los beneficios y lo bien que hace consumir miel”
La actividad apícola es una de las áreas en las que Solidaridad CVX está apoyando a las familias campesinas como parte su estrategia de fortalecimiento de la economía y el bienestar de las familias, desde la producción agroecológica y la economía solidaria y sostenible.
Actualmente se apoya 19 iniciativas apícolas: 6 Guaymango, 6 en Teotepeque y 7 en Jujutla.
Para Carlos Reyes, técnico de agricultura sostenible que asesora y acompaña a las familias con iniciativas apícolas, además de los beneficios económicos que representa para quienes se han involucrado, otro beneficio ha sido la “mayor toma de conciencia de la necesidad de preservación de los bosque porque es la fuente de alimentación para las abejas. Esa preservación tiene que ver no solo con cuidar los árboles, sino también los ríos, disminuir la contaminación, por ejemplo con el uso de agrotóxicos; y además la polinización que contribuye a conservar especies vegetales, la flora del lugar”.
Por otro lado, un común denominador entre los beneficios que manifiestan las familias es que ha mejorado la salud a nivel de vías respiratorias y sistema digestivo. Lo identifican en que se enferman menos de tos, gripe, y dolores o inflamación de estómago.
En este sentido, la incorporación de esta práctica genera diversos beneficios que van más allá de lo económico y aporta al bienestar de la familia.
Si bien las primeras iniciativas apícolas empezaron en Jujutla, con el apoyo de SCIAF hace unos años. El año pasado se dio un nuevo impulso a esta área, con el apoyo de CAFOD, fortaleciendo iniciativas ya existentes como promoviendo nuevas.
El apoyo ha sido intensivo en la parte de formación técnica para un manejo integral y lo más inocuo posible. Además de la subvención, entregada en material y equipo.
La subvención en este caso no ha sido total. Se acordó con las familias un reintegro del 25%, con el propósito de crear un fondo mancomunado o solidario que permita reinvertir en las mismas iniciativas a través de préstamos solidarios y, en algún momento, incluso servir para financiar nuevas iniciativas.
La inversión hecha en cada iniciativa para equipo y material es de $ 498.00. De este monto se espera retorne: $ 124.50 con un plan de pago solidario, que las familias puedan asumir con relativa facilidad.
La apuesta en un futuro cercano es formar una asociación de pequeñas y pequeños apicultores, además de profundizar la capacitación técnica para el aprovechamiento de los productos y subproductos de la colmena (cera, propóleos, polen, jalea real, pitoxina, núcleos, etc.) que son otras posibilidades de ingreso, así como en la fabricación de equipos e insumos.